18 de marzo de 2009

La puerta de vidrio

Cuando fui a hacer un pago a un establecimiento me tocó una fila de unas 10 personas, la fila hacía que yo quedara justo en la entrada del establecimiento, de esos lugares que tienen sus muros y puertas de cristal, muy elegante y moderno (si claro).

Mientras observaba la puerta un recuerdo vino a mi mente, de cuando trabajaba de mensajero hace ya varios años. Yo hacía pagos en bancos, depósitos, recogía documentos con los notarios etc, era un mil usos, hacía casi de todo, una ves me mandaron al mercado de abastos a comprar gallinas. En fin ese no es el punto.

Una ocasión fui a una notaría que quedaba cerca de la oficina, tenía una puerta de vidrio con una manija pegada a la puerta con la cual abrías con simplemente jalar, pero estaba cerrada, era de esas que se abrían automáticamente a la hora de marcar algo en el teléfono. Estaba un señor fuera de la notaría, no notó el letrero casi gigante que decía "TIMBRE" y el muy troglodita llegó y trató de abrir la puerta con un ligero jalón. Lógicamente no se iba a abrir puesto que estaba cerrada, entonces aquel hombre de mediana edad resolvió el acertijo (no de la manera mas conveniente pero lo resolvió). En algún lugar de su cerebro algo dio la indicación de que si no podía abrir jalando la manija de manera normal, si la jalaba con todas sus fuerzas si abriría.

Recuerdo que después de analizar la puerta (y aun no me explico como no vio el letrero de "TIMBRE") le dio un jalón descomunal y todo el vidrió quedó estrellado masivamente, las grietas casi partieron el vidrio, haciendo uso de técnicas secretas de concentración logré evitar soltar una carcajada que habría sonado de ahí a dos cuadras.

Después de hacer su gracia la secretaria se percató de que estaba alguien detrás de la puerta, aquel sujeto estaba asombrado y tenía una cara de pendejo que no se imaginan y lo mejor es que actuaba como si nada hubiese pasado, a que cosas.

Éxito.

Novecientos metros

Recuerdo cuando era chico, hace bastantes años ya de eso, creo que me encontraba estudiando en secundaria, en una época en la que no tenía muchos amigos que digamos. Mi necesidad de pertenecer a algo hacía que recurriera a mis vecinos y ellos eran "mis amigos" casi todos tenían un común denominador, vagos, fuera de control.

Ahí conocí algunas personas, todos estábamos medio desorientados y ninguno le daba un buen rumbo a su vida, al menos no durante esta época, espero ya se reformaran ellos. En fin, de entre los cholos que iban no faltaba alguno que anduviera vendiendo algo.

Hoy que fui a pagar el cable, internet y teléfono (cablernéfono) vi en uno de los estantes del establecimiento un teléfono inalámbrico y a mi cabeza vino de inmediato una ocasión en la que estaba con "mis amigos" y llegó uno de los cholos urgido de plata vendiendo un teléfono inalámbrico que tenía alcance de ¡novecientos metros! vaya, asombroso avance para le época, tomando en cuenta que fue varios años atrás, pero después de una inspección detallada me dí cuenta que era un error de lectura de un joven sin muchos estudios, no eran novecientos metros eran novecientos megahertz (mhz), lo iba a desmentir pero preferí no decir nada mientras concretaban la venta.

Éxito.

2 de marzo de 2009

La primera gran oleada

"Sobrevivo" (o al menos eso pienso) a lo que fue la primera gran oleada de mi tercer semestre en la facultad, pocas materias parecía ser poco trabajo, pero en una semana vi de lo que esta hecha mi carrera, tras tres días de estar recluido en la biblioteca alrededor de 8 horas/día me doy cuenta de que los estudios están llenos de sorpresas y que muchos retors estan aun por venir. Esos retos que sacian mi curiosidad y deseos de aprendizaje.

Dos exámenes y dos grandes tareas me pusieron a sudar pero están lejos de llevarse lo mejor de mí. A darle átomos.

Éxito.