Eterno rival.
No se cual fue el principio, pero lo mas cercano que recuerdo a ello, fue aquel día. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer, aunque han pasado alrededor de 15 años de eso, probablemente tu no lo recuerdes, pero yo si, el trauma quedo tatuado en mi memoria y dudo algún día olvidarlo.
Era un viernes, pues este día de la semana se instala un tianguis a una cuadra de la casa. En aquel tiempo vivíamos de forma precaria, nunca nos faltó que comer, ni un techo, ni que vestir, aunque fuera usado, siempre tuvimos lo necesario, pero eso no quita el hecho de que no podíamos darnos muchos lujos. Sin embargo aquel día tu traías 20 mil pesos (de esos viejitos que ahora son simples 20 pesos). Fuimos al tianguis y paseamos los dos, recuerdo que compraste un queso panela y me compartiste de el, yo estaba feliz pues me encantaba esa cosa y después me propusiste darme lo que restaba del queso, a cambio de irme a la casa, tu irías a las maquinitas a gastar lo que quedaba del dinero, le único requerimento era que yo no dijera que te habías ido a las maquis, ese fue el acuerdo, el acuerdo que no pude cumplir pues mi madre me saco la información presionándome, se lo dije pero le pedí de condición que no te pegara, condición que ella no cumplió. No le reclamo nada a mi madre, siempre ha sido una buena madre y nunca ha hecho algo con malas intenciones, pero la maldita carencia y la desesperación por estar tan justos de dinero le hizo perder la cabeza.
Llegaste relajado, mi madre estaba furiosa, y no se necesita ser un genio para deducir que te puso una regañiza y una chinga. Yo lloraba mas que tu, escuchando lo que pasaba, frustrado por no poder hacer nada, sabiendo que era mi culpa, por no haber podido cumplir lo que habíamos pactado, terminando el traumatizante suceso nunca volviste a hablarme de la misma manera, me veías con odio, me pegabas cada que tenías oportunidad, me molestabas lo mas que podías y yo que era un cobarde me dejaba y me soltaba a llorar.
Así pasaran los años, yo siendo sobreprotegido por mi madre y tu cada día te hacías mas independiente, no tenías miedo a nada, aprendiste computación con ir a un curso una semana, tenías buenas calificaciones, eras sobresaliente, inteligente, seguro de ti mismo, tenías muchos amigos, podías hacer cualquier cosa, en cambio yo, tenía miedo al mundo, tenía miedo a la gente, durante meses viví oculto en mi habitación duraba semanas sin bañarme, viviendo las aventuras del anime, fantaseando con que esas cosas eran posibles, fuera de este mundo, fuera de la realidad tan asquerosa que yo mismo me había creado, tu te hartabas de regañarme, de decirme inútil, débil, bueno para nada, que saliera al mundo, que no fuera un cobarde, sin embargo yo lo era.
A menudo me reprochabas que ni siquiera había acabado la prepa, a lo cual yo te respondía que tu habías entrado a montón de carreras y no las habías terminado, y tu me decías, por lo menos ya terminé la prepa. Detestaba que fueras así que me dijeras la verdad, pero en el fondo yo quería ser como tu, perder los malditos miedos, tener amigos, que me valieran madre muchas cosas, te envidiaba, y durante años quise superarte, pero sabía que nunca lo haría encerrado en un cuarto viviendo en una mundo de fantasías falsas y sueños perdidos. A tal grado llegué que un día que fui a la tortillería que esta a dos cuadras de la casa, vi la calle como si fuera un lugar distinto, como si nunca antes hubiera estado ahí.
Entonces pediste un préstamo a mi madre para comprar una motocicleta, la activa que aun tenemos, con ella entraste a trabajar únicamente una semana y después de eso te enfadaste y decidiste que mejor irías a la universidad, así que me recomendaste para el empleo, a pesar de que era la persona menos apta para ello, no conocía nada mas lejos de 10 cuadras a la redonda de mi casa, exceptuando San Juan de Dios y la fayuca, que era donde compraba mis videojuegos. Tuve miedo a la propuesta, así que encerrándome en la comodidad de mi mundo falso, te dije que no quería el trabajo, furioso me regañaste, me dijiste tantas cosas verdaderas, que no podía seguir así que nunca sería nada, que no haría nada de mi vida, dijiste tantas cosas que me calaron, tantas verdades, que decidí arriesgarme con tal de que no siguieras.
Así que me "capacitaste" dándome un tour por la ciudad, no tenía ni las mínima idea de donde diablos estaba, esa era mi ciudad pero no sabía donde estábamos, mi sentido de la orientación era pésimo, pero así fue.
Temeroso tomé el trabajo, las primeras semanas fueron un infierno, me costaba encontrar los bancos, perdía durante horas sin saber donde diablos estaba, me frustraba todo, se me quemaron las manos por el sol (pues tenía tanto sin salir a la las del sol por tiempos tan prolongados) aun tengo las manchas de las quemaduras en las manos. Sin embargo, gracias a ese empleo perdí el miedo a andar en la ciudad, recuperé la confianza en mi mismo y por fin me di cuenta de que había desperdiciado mi vida hasta ese entonces.
Fue así que decidí salir de trabajar y regresar a estudiar invadido de miedo al rechazo social, el cual superé y así terminé la preparatoria y ahora me encuentro estudiando lo que me gusta en la universidad.
Pero las cosas no cambiaron tanto entre tu y yo, seguíamos constantemente en conflicto, ya no como cuando eramos niños que me vencías fácilmente, ahora era mas alto que tu y durante un tiempo también mas fuerte, pero las peleas ya no eran como antes, ahora ya no nos agarrábamos a golpes, ahora yo te veía desperdiciando tu vida, de cazatrabajos temporales, entrando y saliendo de las universidades sin decidirte por una, ahora yo te decía lo mismo que tu me decías que no desperdiciaras tu vida, pero yo no pude convencerte, el tiempo pasó y tu te mostrabas antipático a tu país, así que decidiste irte a Canadá, y es ahí donde te encuentras ahora, abriendo los ojos como yo lo hice gracias a tu ayuda (y a la de mucha gente mas) alejado de tu familia, de tus amigos y de tu tierra.
Vivimos en constante conflicto, siempre discutiendo, desaprobándonos y desacreditándonos el uno al otro, criticándonos y peleando, pero en el fondo siempre te admiré por tener esa facilidad para todo.
Durante mucho tiempo intente superarte, ahora veo que no es eso lo que debía de hacer, no debía seguir tus huellas ni ser tu sombra, tenía que buscar mi propio camino y ahora lo he encontrado, quiera admitirlo o no te debo mucho de lo que soy ahora como persona, quizás inconscientemente pero me has enseñado mucho, ya no quiero ser como tu, no quiero seguir tus pasos, ni quiero igualarte o superarte, pero si te agradezco todo lo que has hecho por mi, mi eterno rival, mi hermano Guillermo, te deseo lo mejor, espero aprendas mucho en Canadá, nos veremos en un par de años.
Éxito.
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